Los rastreadores corporativos pusieron sus ojos en Anton
Sanders mientras cursaba brillantemente sus estudios en Oxford, antes incluso
de asumir esa identidad. Tras las entrevistas preliminares su futuro parecía
seguro: un máster pagado en alguna prestigiosa escuela de negocios y directo al
organigrama de una gran empresa.
Pero algo se torció en el proceso. Gracias a su talento
innato para la negociación y los contactos heredados de su familia, Anton
encontró su camino al margen de lo establecido.
Anton comenzó a traficar con información privilegiada
antes de acabar su tercer año de universidad y poco después abandonó Oxford.
Los beneficios de su vocación eran tan grandes como los riesgos de mantener una
vida normal y localizable. Una vez extendida su red de colaboradores más allá
de su entorno familiar, su antiguo yo desapareció.
Descubrió que sus colegas y competidores se denominan infobrokers
o traficantes de información y que todo aquel que quiera operar al margen del
férreo control de la O.T.C.A.S. sobre la red Shadow, aparte de evitar a la ley
tendrá que luchar contra el resto de operadores ilegales.
La O.T.C.A.S. garantiza la seguridad de cuantas
transacciones económicas se llevan a cabo a través de la red Shadow, pero al
mismo tiempo imposibilita la gestión de negocios "sensibles" con una
mínima garantía de privacidad. Las huellas de de las operaciones en Shadow son
persistentes y su trazabilidad retroactiva, no importa el tiempo que transcurra
entre una alarma en el sistema y el origen de la misma, siempre se podrá seguir
el rastro.
Por este motivo la mayoría de los negocios tanto legales
como ilegales de carácter secreto se ejecutan en multitud de ocasiones cara a
cara, dejando al margen a la red Shadow y otras redes de carácter clandestino
no demasiado fiables.
En estos entramados es donde se encuentra el hábitat
natural de Anton y sus congéneres. Los infobrokers hacen las veces de
intermediarios, conseguidores, espías y jugadores de ventaja. Alguno de ellos
acaban siendo incluso agentes de la mismísima O.T.C.A.S., los odiados
"dobles".
Cualquier empresa interesada en participar en el juego que
se desarrolla en los márgenes de la red Shadow haría bien en contratar los
servicios de uno de estos brokers antes de llamar la atención un agente
independiente que pueda hurgar en sus secretos y venderlos al mejor postor.
Para conseguir la posición prominente que ocupa en centro
Europa, Anton Sanders ha trabajado duro rebuscando en la basura de todas las
corporaciones que operan en la zona y deshaciéndose de todos sus competidores
importantes, o seria más apropiado decir, que se ha deshecho de sus
competidores menos precavidos.
Ningún negocio extraoficial escapa al radar de Anton y de
su creciente red de colaboradores, pero mantener esta red no es nada barato
sobre todo si se quiere mantener libre de fugas. Esto ha hecho que Anton se
involucre en operaciones cada vez más arriesgadas y rentables.
Solo es cuestión de tiempo antes de que llame la atención
de la gente equivocada.
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